Camino por una ciudad desierta, el olor del asfalto mojado y
el ruido del viento entre las hojas hace entrever que pronto la ciudad
comenzará a despertar, con ella y entre bostezos ya lo hacen los panaderos, los
repartidores de periódicos y los barrenderos. Me gusta caminar por el centro
antes del amanecer, porque siento que la ciudad me pertenece, como si fuera mi
propia casa, en un decorado gigante en el que yo soy el protagonista de la
historia. Algunos otros protagonistas también disfrutan de su paseo matutino y
nos saludamos al paso, cómplices del secreto que solo los madrugadores
compartimos. Para cuando la ciudad abre sus brazos a los automóviles, a los
niños y sus padres corriendo hacia los colegios y a las tiendas levantando sus
rejas y poniendo el cartel de abierto, yo ya estoy cercano a las puertas de mi
casa. De vuelta al hogar, de vuelta al camerino, donde estudio los guiones, y
maquillo mi alma antes de ponerme el disfraz de triunfador, listo para subirme en menos de un cuarto de
hora, a cuatro manzanas de mi casa, a un tranvía llamado deseo. Donde ya no soy
protagonista, sólo un “extra” en este gran teatro, como los otros, aunque sepa
que hace tan sólo unas horas era la estrella de la película.
Una delicia de lectura. Muchísimas gracias. Un abrazo enorme
ResponderEliminarGracias por el cumplido, me alegra saber que te gusta lo que escribo. Un abrazo!
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