lunes, 27 de enero de 2014

RELATO DE UN NÁUFRAGO

…atravieso el ancho mar con tan solo mirarte, transportado en volandas desde tu sonrisa de barca. Preso de ella me escondo como polizón en tu seno. Tu sonrisa no me pertenece, pero me mira y no puedo dejar de ansiar que diga mi nombre, navegar por tu lengua guiándome por el cielo de tu boca. El mar es muy vasto y no quiero perderme, ya que me costaría mucho encontrarte de nuevo, me volvería ermitaño, relacionándome sólo conmigo, por miedo, por pensar que si encontrase otra barca, otra sonrisa que me sacara de mi confortable isla, pero que me llevase a otro destino, quizá una gran ciudad, no podría ver las mismas estrellas y perdería el rumbo. Terminaría en alguna cueva, en alguna cavidad oscura, como la del corazón que te anhela, contando los días en sus paredes para volver a encontrarte…

Maldigo aquel último día, en el que me sentí tan seguro de que aquella sonrisa llevaba pintada mi nombre, que desde la distancia pude ver como encallaba solitaria y náufraga de mis besos. Se cumplió la profecía. La de aquel marino que llamó a su barca con el nombre de su amada.

jueves, 23 de enero de 2014

FELICIDAD

El cielo queda muy lejos de mi casa, y mi mente ya no vuela tan alto como para alcanzarlo. Me limito a garabatearlo en la imaginación sirviéndome de los pintores clásicos. Los azules me tranquilizan y los ocres del atardecer calientan mi corazón. Un corazón agitado como en la guerra, deseoso de ganar la batalla, taquicárdico y arrítmico como el sonido de las metralletas y las bombas en la distancia, asustado como un niño que ha perdido a su madre, con el único objetivo de encontrarla y al fin reposar en su regazo.
Desnudándome antes de entregarme al sueño, mientras la cabeza va dando vueltas a esta última semana de mi vida. El nunca debí haberlo hecho es una constante que se repite en la ecuación, me martiriza, pero por momentos parece despejarse la incógnita y el resultado cambia arrojando una abrumadora positividad…entonces ya no hay duda posible, y me convenzo que el destino de mi vida es el correcto, que la felicidad se ha hecho presente y que ya nunca más va abandonarme. Pienso conservarla como el más precioso regalo. Pero frágil como el cristal de bohemia, se me escapa de entre mis torpes manos, y cuando mi mente se percata, ya se ha hecho añicos contra el muro de mi insatisfacción. Intento unir los pedacitos, reconstruir aquel pasado frágil, hasta que me doy cuenta que las piezas ya no encajan, que la felicidad no es un puzzle, no es una ecuación matemática, no hay fórmula que despeje su incógnita, y cuanto más me esmero en pegar y juntar las piezas, mayores son los cortes que me producen, la “x” se   ha transformado en sufrimiento.

Me despierto por la mañana, el sueño no ha arreglado aquel precioso regalo, pero ahora vuelve a estar candente, y manos a la obra, me pongo a darle forma deseoso de que esta vez sí, pueda construir la obra de mi vida, en forma de permanente felicidad.

domingo, 12 de enero de 2014

EGO

Huye lentamente como el ocaso, engañándome con los últimos rayos del sol. Ansioso con que la luz no deje de iluminar, me recreo en el último instante que nos separamos y que la luna hizo presencia en nuestra relación. El mundo de los sueños y las sombras me da miedo, hay que moverse con sigilo y siempre fui torpe en el amor. Las conversaciones se enredan como tela tejida por hilanderas de verruga en la nariz, que mueven los hilos a la par que preparan calderos de  sopa de ancas de rana, y polvo de cuerno de rinoceronte. Las escobas barren las noches de lujuria, dejando limpia mi alma, quitando las espinas de una corona que no me pertenece, convirtiéndome en algo nuevo, en alguien cuyas oscuridades se han destapado, que empieza a brillar desde el interior, que ya no necesita el reflejo proyectado de lo que ansiaba ser. Se cayó la máscara, se acabaron los carnavales del subconsciente. El ocaso de mi  disfraz ha dejado paso a la certidumbre luminosa de mi desnudez. Se terminó el juego.

sábado, 11 de enero de 2014

EL POSEÍDO

Mi cuerpo desnudo frente al tuyo,
la mirada perdida en tu desnudez
como tocándote con los ojos.
Mis manos encadenadas,
paralizadas,
tortuosamente presas de la inmovilidad de mi mente,
que suspira confusa, amarga
por la coraza invisible que te envuelve,
que imposibilita dar rienda suelta al deseo.
Un deseo que no es recíproco
sólo va en una dirección,
y se pierde en el vacío
como antes la mirada.
Indomable carnicera,
cortante filo en la palabra
que me sume en un silencio
 congelado,
llanto solitario en la espesura
de la cama  que me ata.
Entonces vuelves caprichosa,
como nace el viento en la montañas
y me tomas y me besas
y me vas desanudando
y mis manos ya están libres
y mi mente al fin reposa
y las lagrimas se secan
y yo vuelvo a sonreír.
Cuando intento darme cuenta
de lo que acaba de ocurrir,
yo ya tengo las esposas
y tu ya te has vuelto a ir.