miércoles, 14 de agosto de 2013

El Viejo Sillón

En aquel sillón oscuro se enredaban con sigilo cojines, sábanas y mantas que anudaban a los amantes hasta el punto de asfixiarlos. Un sillón pequeño que  por su aspecto retro no cabía otra posibilidad que cubrirlo, unas veces de amor, otras de soledad y lágrimas. Con posturas imposibles, como dos contorsionistas, los amantes buscaban llegar al orgasmo, pero el sillón inmóvil sólo se manifestaba en el quejido acompasado de sus muelles, al son de los amantes, con un llanto quejumbroso. Harto ya de su decadente servicio, se imaginaba sirviendo a dos ancianitos cuya única demanda fuera tomar té con pastas, en torno a una conversación liviana. El tacto de los cuerpos desnudos de los jóvenes le producía cierta antipatía, pero era mejor que la soledad polvorienta, cuando el piso se quedaba vacío, los inquilinos se iban y la desmesurada quietud de la pequeña estancia, aplastaba aún más que aquellas espontáneas cabalgadas.






Atrás quedaban los recuerdos de su juventud, cuando nació y al poco la gente lo admiraba. Cuando pasaban por el escaparate de su guardería particular, y él se divertía con sillas y mesas, cambiaba de lugar cada cierto tiempo y la vida era sencilla y feliz…pero no todo habían sido alegrías. Años de pasar por infinidad de mudanzas, de mercadillos y ya en ésta última etapa, de visitas por los diferentes contenedores de la ciudad, le habían ensuciado no sólo su tapiz, sino su alma, y la única meta que le quedaba en la vida,  como la de muchos de sus compañeros, era la del anticuario; algún lugar tranquilo, un alma caritativa que le curara las heridas y le proporcionara cuidados paliativos, y por fin terminar sus días de jubilación tal y como había sido su juventud, con otros ancianos que le hicieran compañía y rezando para que ningún coleccionista se fijara en él.

lunes, 5 de agosto de 2013

LA VIUDA NEGRA



Me deslizo suavemente sobre tu espalda, y el calor de mis vibrantes manos traspasa tu piel, dejando pequeñas huellas de un rastro: el camino que voy recorriendo, como un dibujo interminable que sólo tú puedes adivinar.
Una noche en el que el mundo dejó de girar para fijarse en dos amantes, dos amantes cuya pasión era más abrasadora que el propio origen del Universo. Pero tú ya no estás aquí, ahora los amantes sólo pueden tocarse en la distancia y el hilo telefónico nunca fue un buen conductor del amor y la palabra. El amor se desvanece…la casa ha quedado vacía.
Miro extrañado a mi alrededor buscándote y entonces suena el timbre, y fugazmente te imagino en el portal, ansiando que te hayas arrepentido…sólo son amigos, pienso, a medio camino entre el pesimismo y la esperanza; no te hagas ilusiones o la herida volverá a abrirse.

La aguja del reloj camina al contrario desde aquel último día, cuando el tiempo comenzó a dar marcha atrás y mi mente empezó a rebobinar, intentando al tiempo borrar todos mis recuerdos. Me obsesiono cada vez más y me  voy paralizando, como si hubieses tejido una tela de araña y me hubieses atrapado en ella…La viuda negra te llamaban; valió la pena morir de amor en tu lecho, pienso mientras miro a través de mi envoltorio la colección de cápsulas que me hacen compañía.


                                        Guerrero de la luz