Me deslizo suavemente sobre tu espalda, y el calor de mis
vibrantes manos traspasa tu piel, dejando pequeñas huellas de un rastro: el
camino que voy recorriendo, como un dibujo interminable que sólo tú puedes
adivinar.
Una noche en el que el mundo dejó de girar para fijarse en
dos amantes, dos amantes cuya pasión era más abrasadora que el propio origen
del Universo. Pero tú ya no estás aquí, ahora los amantes sólo pueden tocarse
en la distancia y el hilo telefónico nunca fue un buen conductor del amor y la
palabra. El amor se desvanece…la casa ha quedado vacía.
Miro extrañado a mi alrededor buscándote y entonces suena el
timbre, y fugazmente te imagino en el portal, ansiando que te hayas arrepentido…sólo
son amigos, pienso, a medio camino entre el pesimismo y la esperanza; no te
hagas ilusiones o la herida volverá a abrirse.
La aguja del reloj camina al contrario desde aquel último
día, cuando el tiempo comenzó a dar marcha atrás y mi mente empezó a rebobinar,
intentando al tiempo borrar todos mis recuerdos. Me obsesiono cada vez más y
me voy paralizando, como si hubieses
tejido una tela de araña y me hubieses atrapado en ella…La viuda negra te
llamaban; valió la pena morir de amor en tu lecho, pienso mientras miro a
través de mi envoltorio la colección de cápsulas que me hacen compañía.
Guerrero de la luz
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