lunes, 5 de agosto de 2013

LA VIUDA NEGRA



Me deslizo suavemente sobre tu espalda, y el calor de mis vibrantes manos traspasa tu piel, dejando pequeñas huellas de un rastro: el camino que voy recorriendo, como un dibujo interminable que sólo tú puedes adivinar.
Una noche en el que el mundo dejó de girar para fijarse en dos amantes, dos amantes cuya pasión era más abrasadora que el propio origen del Universo. Pero tú ya no estás aquí, ahora los amantes sólo pueden tocarse en la distancia y el hilo telefónico nunca fue un buen conductor del amor y la palabra. El amor se desvanece…la casa ha quedado vacía.
Miro extrañado a mi alrededor buscándote y entonces suena el timbre, y fugazmente te imagino en el portal, ansiando que te hayas arrepentido…sólo son amigos, pienso, a medio camino entre el pesimismo y la esperanza; no te hagas ilusiones o la herida volverá a abrirse.

La aguja del reloj camina al contrario desde aquel último día, cuando el tiempo comenzó a dar marcha atrás y mi mente empezó a rebobinar, intentando al tiempo borrar todos mis recuerdos. Me obsesiono cada vez más y me  voy paralizando, como si hubieses tejido una tela de araña y me hubieses atrapado en ella…La viuda negra te llamaban; valió la pena morir de amor en tu lecho, pienso mientras miro a través de mi envoltorio la colección de cápsulas que me hacen compañía.


                                        Guerrero de la luz

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