lunes, 27 de enero de 2014

RELATO DE UN NÁUFRAGO

…atravieso el ancho mar con tan solo mirarte, transportado en volandas desde tu sonrisa de barca. Preso de ella me escondo como polizón en tu seno. Tu sonrisa no me pertenece, pero me mira y no puedo dejar de ansiar que diga mi nombre, navegar por tu lengua guiándome por el cielo de tu boca. El mar es muy vasto y no quiero perderme, ya que me costaría mucho encontrarte de nuevo, me volvería ermitaño, relacionándome sólo conmigo, por miedo, por pensar que si encontrase otra barca, otra sonrisa que me sacara de mi confortable isla, pero que me llevase a otro destino, quizá una gran ciudad, no podría ver las mismas estrellas y perdería el rumbo. Terminaría en alguna cueva, en alguna cavidad oscura, como la del corazón que te anhela, contando los días en sus paredes para volver a encontrarte…

Maldigo aquel último día, en el que me sentí tan seguro de que aquella sonrisa llevaba pintada mi nombre, que desde la distancia pude ver como encallaba solitaria y náufraga de mis besos. Se cumplió la profecía. La de aquel marino que llamó a su barca con el nombre de su amada.

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